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“SED TEÓSOFOS Y TRABAJAD POR LA TEOSOFÍA”
2011

                                                                          H.P. BLAVASTSKY.

Buen día queridos hermanos, deseo fervientemente compartir los siguientes fragmentos del libro Expansión de Horizontes, de James a. Long. El cual está disponible en la Biblioteca de la Sociedad Teosófica.

GUIÓN DEL DESTINO. Pág. 13-14

"Si las obras de la Divinidad se manifiestan en todas las cosas, entonces no hay persona que encontremos ni acontecimiento que ocurra que no presente una oportunidad de progreso y una positiva guía para la conducta de nuestras vidas. La misma ley que nos quema cuando tocamos la llama, opera también en los planos morales y espirituales; y esta ley seguirá causándonos dolor y tristeza de una u otra clase hasta que no nos demos cuenta de que nuestro Yo Superior está tratando, a veces desesperadamente, de decirnos algo. 

Nuestro principal obstáculo es el de esperar que el Karma actúe rápidamente o de acuerdo con nuestros deseos, pero a medida de que entendamos más claramente nuestro propio capítulo individual,dentro de la más extensa escritura universal del destino, observaremos que las circunstancias y los sucesos que se nos presentan día a día, trabajan tan científicamente, con tanta exactitud y tan compasivamente, que todos los seres que encontramos son conducidos necesariamente hacia nosotros, y nosotros hacia ellos, para que cada uno aprenda y progrese, reciba y dé. Es un intercambio natural y bello de experiencia y, si podemos tranquilamente intuir el Karma según se desenvuelve de momento a momento, comenzaremos a reconocer los impulsos guiadores. Si buscamos ansiosamente indicaciones guiadoras no las encontraremos nunca.
Esta es la paradoja: mientras busquemos tal o cual clase de auxilio, éste no llega nunca; pero si enfrentamos a cada día sin miedo confiando en nuestra fuerza y sabiduría congénitas, tendremos el amparo y auxilio que podamos utilizar"

Sin embargo, no nos engañemos con la idea ilusoria de que si nos sentamos a esperar nos llegará el conocimiento o la inspiración verdadera. Todo desarrollo del entendimiento se alcanza mediante el cumplimiento consciente de nuestro íntegro deber en todo campo de nuestra responsabilidad.

Por tanto, no hay nada que suceda que no lleve consigo una oportunidad de ajustar nuestras actitudes y conciencia a una visión más amplia y a una percepción más comprensiva hacia los demás”. 




CRISTIANISMO ESOTÉRICO    CAPITULO I                                                                                                                                Los Misterios de Jesús de Nazaret                                                                                                                      Annie Besant




PRÓLOGO

"Al proceder a la consideración de los misterios del saber, debemos prestar nuestroasentimiento a las célebres y venerables reglas de la tradición, comenzando por elorigen del universo, exhibiendo aquellos puntos de contemplación física que seannecesarios como premisas, y apartando todo lo que pueda ser obstáculo en la marcha, demodo que el oído se halle preparado para recibir la tradición de la Gnosis, y el terrenolimpio de malas hierbas y en disposición de que la viña sea plantada; pues hay unconflicto antes del conflicto y misterios antes de los misterios." - SAN CLEMENTE DEALEJANDRÍA."Baste la muestra para los que tienen oídos. Pues no es necesario descubrir el misterio,sino sólo indicar lo que sea suficiente." - IBID."Aquel que tenga oídos para oír que oiga." - SAN MATEO.El objeto de este libro es sugerir cierta clase de ideas acerca de las profundas verdadesen que está basado el Cristianismo, verdades generalmente desatendidas y con bastantefrecuencia negadas. El noble deseo de hacer a todos partícipes de lo que es precioso, dedivulgar verdades grandes e inapreciables, de no excluir a nadie de la luz del verdaderoconocimiento, ha sido causa de un celo indiscreto que ha producido el Cristianismovulgar, presentando sus enseñanzas en una forma que el corazón repele a menudo y quese divorcia del entendimiento. El mandato de "predicar el Evangelio a todas lascriaturas" (1) -de dudosa autenticidad-, se ha interpretado como prohibición de laenseñanza de la Gnosis a los pocos, y ha desvanecido, en apariencia, el dicho menos popular del Gran Maestro: "No deis lo santo, a los perros, ni echéis vuestras perlasdelante de los puercos" (2).Ese sentimiento espurio -que se niega a reconocer la desigualdad evidente de lasinteligencias y de las aptitudes morales y que, por tanto, rebaja la enseñanza de los másdesarrollados al nivel de los que han adelantado menos en la evolución, sacrificando losuperior a lo inferior de un modo perjudicial para los unos y los otros-, no cabía en elvaronil sentido de los primeros cristianos. San Clemente de Alejandría dice con rudaclaridad, aludiendo a los Misterios: "Aun ahora temo, como vulgarmente se dice, elechar margaritas a puercos, para que las pisoteen, y volviéndose, nos despedacen; pues es difícil exponer las sentencias realmente puras y transparentes acerca de la verdaderaLuz a un auditorio soez y sin educación apropiada" (3) .Sólo con las antiguas restricciones podrá el verdadero conocimiento de la Gnosis formar de nuevo parte de las enseñanzas cristianas; la idea de rebajarse al nivel de la capacidadde los menos desarrollados, tiene que ser definitivamente abandonada. Para restaurar losconocimientos ocultos hay que dar enseñanzas que estén por encima del entendimientode los poco evolucionados, y empezar por el estudio de los Misterios Menores antes de proceder al de los Mayores. Los Mayores jamás serán dados a la prensa; sólo puedencomunicarse por el Maestro al discípulo "de la boca al oído". Pero los MisteriosMenores, revelación parcial de profundas verdades, pueden restablecerse desde ahora,siendo el objeto del presente libro dar un bosquejo de ellos y mostrar la naturaleza delasenseñanzas que hay que profundizar. Donde sólo se hacen alusiones, la meditacióntranquila sobre las verdades apuntadas hará visibles sus contornos, proporcionando elcontinuado pensar una luz mayor que las mostrará gradualmente más y más claras. Lameditación aquieta la mente inferior, siempre ocupada en objetos externos; sólo cuandola mente inferior está en reposo, puede ser iluminada por el Espíritu. El conocimiento delas verdades espirituales debe obtenerse de dentro y no de fuera, del Espíritu divino,cuyo templo somos (4), y no de instructores externos. Estas cosas son "discernidasespiritualmente" por el Espíritu que mora en lo íntimo, por esa "Mente de Cristo", deque habla el gran Apóstol (5) , por esa luz interna que se vierte sobre la mente inferior.Este es el camino de la Sabiduría Divina, de la verdadera TEOSOFÍA. Esta no es, comoalgunos creen, una versión atenuada del Hinduismo, del Budismo, del Taoísmo o decualquiera otra religión. Es el Cristianismo Esotérico, tan verdadero como el BudismoEsotérico, el cual pertenece igualmente a todas las religiones, no siendo exclusivo deninguna. Tal es el origen de las indicaciones que se hacen en este pequeño volumen, para ayuda de los que buscan la Luz, esa "Luz verdadera que alumbra a todo hombreque viene al mundo" (6) , aunque la mayor parte no ha abierto aún sus ojos a ella. El notrae la Luz, sólo dice: "¡Mirad la Luz!", pues así lo hemos oído. Sólo se dirige a los pocos que están hambrientos de otra cosa que lo que les da la enseñanza esotérica. Paraaquellos que están por completo satisfechos con las enseñanzas esotéricas, no se haescrito; ¿por qué ha de darse por fuerza el pan a aquellos que no tienen hambre? Es sólo para los hambrientos, a quienes ha de saber cómo pan y no como piedra.
Notas del prólogo
(1)   S. Marcos XVI, 15.(2) S. Mateo VII, 6.(3) Ante-Nicene Christian Library de Clarke, vol. IV. Clement of Alexandria. Stromata, lib. I, cap. XII.(4) I Cor., III, 16.(5) I Cor.,II, 14-16(6) S. Juan I, 9.2






CAPITULO PRIMERO

EL LADO OCULTO DE LAS RELIGIONES

Muchos, quizá la mayor parte de los que lean el título de este libro, se sentirán desdeluego contrarios suyo, negando que exista nada valedero que con justicia pueda llamarse"Cristianismo Esotérico." Existe la idea muy extendida, y por tanto popular, de que nohay tal enseñanza oculta relacionada con el Cristianismo, y que los Misterios, ya seanMenores o Mayores, eran puramente una institución pagana. El nombre mismo de "LosMisterios de Jesús", tan familiar a los oídos de los cristianos primitivos, causarásorpresa a sus modernos sucesores y si se les dijese que expresan una instituciónespecial y definida de la Iglesia de los primeros siglos se provocaría en ellos una sonrisade incredulidad.Se ha asegurado, efectivamente, en son de alabanza, que el Cristianismo no tienesecretos, que lo que tiene que decir, lo dice a todos, y que lo que tiene que enseñar, loenseña a todos. Se supone que sus verdades son tan sencillas "que un hombrecualquiera, aun siendo tonto, no incurrirá en errores respecto a ellas." El "sencilloEvangelio" se ha convertido en una frase sacramental.Es, pues, necesario probar con toda claridad que, por lo menos en la Iglesia Primitiva, elCristianismo no iba a la zaga de ninguna de las otras grandes religiones, por lo que hacea la posesión de un aspecto oculto, y que guardaba, como tesoro inapreciable, lossecretos que sólo se revelaban a pocos escogidos para sus Misterios. Pero antesconviene considerar esta cuestión del lado oculto de las religiones, y ver por qué debeexistir tal aspecto para que la religión pueda ser fuerte y estable; pues de este modo severá que su existencia en el Cristianismo es lógica y procedente, y las referencias que ental sentido se hacen en los escritos de los Padres Cristianos, aparecerán sencillas ynaturales y de ningún modo sorprendentes e ininteligibles, y si, como hecho histórico, laexistencia de este esoterismo es demostrable, se probará a la vez que, intelectualmenteconsiderado, es una necesidad.La primera cuestión que tenemos que plantear es la siguiente: ¿Cuál es el objeto de lasreligiones? Se dan al mundo por hombres más sabios que la masa humana, a la cual sedirigen con el objeto de apresurar su evolución. Para hacer esto con eficacia, tienen quellegar a los individuos e influir sobre ellos. Ahora bien; todos los hombres no seencuentran en el mismo nivel de evolución, pudiendo considerarse ésta como una escalaascendente, con individuos colocados en todos sus peldaños. Los más altamentedesarrollados se hallan muy por encima de los que lo están menos, tanto por lo que hacea la inteligencia como al carácter, variando en cada grado la capacidad, así paracomprender como para obrar. Es, por tanto, inútil dar a todos la misma enseñanzareligiosa; lo que ayudaría al hombre intelectual, sería totalmente incomprensible para elestúpido, al paso que lo que pondría en éxtasis a un santo, no haría mella alguna en elcriminal. Por otra parte, si la enseñanza es apropiada a las gentes de poca inteligencia,resulta intolerablemente grosera e indigesta para el filósofo, al paso que la queredimiese al criminal, sería por completo inútil al santo. Sin embargo, todos los tiposnecesitan una religión, a fin de que cada cual pueda lograr una vida más elevada que laque tiene, y ningún tipo o grado debe ser sacrificado al otro. La religión debe ser tangraduada como la evolución, porque de lo contrario no podrá realizar su objetivo.Presentase luego" la cuestión siguiente: ¿De qué modo tratan las religiones de apresurar la evolución humana? Las religiones se proponen desenvolver la naturaleza moral y laintelectual, y ayudar a la naturaleza espiritual a desarrollarse.
Considerando al hombre como un ser complejo, procuran tocar cada punto de suconstitución, y por lo tanto, buscar mensajes propios para cada cual, enseñanzasadecuadas a los seres humanos más diversos. Así, pues, las enseñanzas deben adaptarsea las mentes ya los corazones a que se dirigen. Si una religión no alcanza y domina lainteligencia, si no purifica e inspira las emociones, fracasa en su objeto respecto a la persona interesada. No sólo se dirige de este modo a la inteligencia y a las emociones, sino que trata, comose ha dicho, de estimular el desarrollo de la naturaleza espiritual. Responde a eseimpulso interno que existe en la humanidad y que siempre está impeliendo a la razahacia adelante. Porque en lo más hondo del corazón de todos -a menudo cubierta por condiciones transitorias, ahogada muchas veces por intereses y ansiedades apremiantes-existe la constante aspiración hacia Dios. "Así como el ciervo busca jadeante el arroyo,así el hombre siente anhelos por la Divinidad" (1). La aspiración se interrumpe por untiempo y el anhelo parece desvanecido. Ocurren en la civilización y en el pensamientofases en que este grito del espíritu humano por lo divino -buscando su origen como elagua busca su nivel, según el símil de Giordano Bruno-, este anhelo del espíritu humano por lo que es de su misma especie en el universo, de la parte por el todo, pareceacallado, destruido; pero no obstante, el ansia vuelve a mostrarse, y otra vez lanza elespíritu el mismo grito. Por más que aparezca esta tendencia olvidada y deshecha enalgún tiempo, vuelve a levantarse potente una vez y otra con persistencia inextinguible,se repite en una y otra ocasión, sin que importe las veces que se la reduzca al silencio, yde este modo prueba que es una tendencia inherente a la naturaleza humana, unconstituyente indestructible de la misma. Los que declaran en son de triunfo "que estámuerta", la encuentran de nuevo frente a frente con vitalidad no disminuida. Los queconstruyen sin tener esto en cuenta, ven más tarde sus bien construidos edificiosresquebrajados como si hubiesen sufrido un terremoto.Los que creen que ha desaparecido, ven las más extravagantes supersticiones suceder asu negación. Y de tal modo forma parte integrante de la humanidad, que el hombrequiere obtener una respuesta cualquiera a sus preguntas; prefiere una respuesta, aunquesea falsa, al mutismo. Si no puede encontrar verdades religiosas, adoptará erroresreligiosos, antes que quedarse sin religión, y aceptará los ideales más toscos eincongruentes, antes que admitir que el ideal no existe.La religión, pues, responde a este anhelo, y apoderándose del constituyente de lanaturaleza humana que lo produce, lo educa, lo vigoriza, lo purifica y lo guía hacia su propia finalidad: la unión del espíritu humano con lo divino, a fin de “que Dios puedaestar todo en todos" (2).La cuestión que después se nos presenta en nuestro estudio es: ¿ Cuál es el origen de lasreligiones? A esta pregunta se han dado dos contestaciones en los tiempos modernos: lade los autores de mitología comparada y la de los que se inspiran en la comparación delas religiones positivas. Unos y otros apoyan sus contestaciones en el mismofundamento de hechos admitidos. La investigación ha probado de un modoincuestionable, que las religiones del mundo son, de un modo notorio, similares en susenseñanzas principales, en la ostentación de poderes sobrehumanos y de una elevaciónmoral extraordinaria de sus fundadores, en sus preceptos éticos, en el empleo de medios para ponerse en contacto con los mundos invisibles y en los símbolos con que expresansus creencias fundamentales. Esta semejanza, que en muchos casos llega a la identidad, prueba, según ambas escuelas, un origen común.Pero sobre la naturaleza de este origen común están en desacuerdo las dos escuelas. Losmitólogos sostienen que el origen común es la común ignorancia, y que las doctrinasreligiosas más elevadas son sencillamente expresiones refinadas de las crudas ybárbaras conjeturas de salvajes, de hombres primitivos, al considerarse a sí mismos yalo que les rodeaba.Animismo, fetichismo, culto de la naturaleza, culto del sol; éstos son los constituyentesde la primitiva arcilla, de la cual se ha desarrollado el lirio espléndido de la religión.Krishna, Buda, Lao- Tse, Jesús, son,aunquealtamente civilizados, los descendientesdirectos de los curanderos rotativos de las primitivas tribus salvajes (3). Dios es unafotografía compuesta de los innumerables dioses que personificaban las fuerzas de lanaturaleza y así sucesivamente.Todo esto se resume en la frase: Las religiones son ramas de un tronco común: laignorancia humana.Los religiólogos consideran, por su parte, que todas las religiones han tenido su origenen las enseñanzas de Hombres Divinos que dan de tiempo en tiempo a las diferentesnaciones del mundo aquella parte de las verdades fundamentales de la religión que lasgentes son capaces de asimilar, enseñando siempre la misma moralidad, inculcando elempleo de medios semejantes, aplicando los mismos y significativos símbolos. Lasreligiones salvajes -el animismo y las demás- son degeneraciones, los resultados de ladecadencia, descendientes desfigurados y empequeñecidos de verdaderas creenciasreligiosas. El culto del sol y las formas puras del culto a la naturaleza fueron en sutiempo religiones nobles, altamente alegóricas, y llenas de profunda verdad y conocimiento.Los grandes Instructores -según se alega por los indos, por los budistas y por algunosreligiólogos, tales como los teósofos- constituyen una perenne Fraternidad de hombresque se han elevado por encima de la humanidad, que aparecen en ciertas épocas parailuminar al mundo y que son los custodios espirituales de la raza humana. Esta opinión puede resumirse en la frase: “Las religiones son ramas de un tronco común: la SabiduríaDivina”.Esta Sabiduría Divina es llamada la Sabiduría, la Gnosis, la Teosofía, y algunoshombres, en diferentes épocas del mundo, han querido determinar de tal modo sucreencia en esta unidad de las religiones, que han preferido el nombre ecléctico deteósofos a cualquiera otra designación más estrecha.El valor relativo de la contienda de estas dos opuestas escuelas debe juzgarse por lafuerza de las pruebas que cada una aduce. La apariencia de la forma degenerada de unanoble idea puede asemejarse mucho a la del producto refinado de una idea grosera, y elúnico método para decidir entre la degeneración y la evolución, sería el examen, a ser posible, de antecesores remotos intermedios. Las pruebas que presentan los creyentes enla Sabiduría, son de esta clase: que los fundadores de las religiones, juzgados por losanales de sus enseñanzas, estaban muy por encima del nivel de la humanidad ordinaria;que las Escrituras de las religiones contienen preceptos morales, ideales sublimes,aspiraciones poéticas, declaraciones filosóficas profundas, a las que ni tan siquiera pueden compararse en hermosura y elevación los escritos posteriores de las mismasreligiones; esto es, que lo antiguo es más elevado que lo nuevo, en vez de ser locontrario; que no puede mostrarse caso alguno del proceso refinador y progresivo, quese dice es el origen de las religiones actuales, al paso que pueden exhibirse muchosejemplos de degeneración de enseñanzas puras; que aun entre los salvajes, si susreligiones se estudiasen con cuidado, se encontrarían muchas huellas de ideas elevadas,ideas que desde luego se vería que están por encima de la capacidad productora de lossalvajes mismos.Esta idea ha sido explayada por M. Andrew Lang; quien, a juzgar por su libro TheMaking of Religion, debe ser clasificado entre los religiólogos comparativos en lugar deentre los mitólogos comparativos. Señala la existencia de una tradición común, la cual,dice, no ha podido ser evolucionada por los salvajes mismos, por ser hombres cuyascreencias ordinarias son de las más rudas y cuyas mentes están poco desarrolladas. Lasdeidades que adoran son, en su mayor parte, verdaderos demonios; pero detrás de esto,más allá de todo esto, existe una Presencia nebulosa, pero superior, pocas veces o nuncanombrada, pero que se vislumbra como origen de todo, como poder, amor y bondad,demasiado amante para causar terror, demasiado buena para necesitar súplicas. Esevidente que semejantes ideas no pueden haber sido concebidas por los salvajes entrelos cuales se encuentran, y son testigos elocuentes de las revelaciones de algún gran.Instructor -de quien generalmente puede también descubrirse alguna tradición confusaque fue un Hijo de la Sabiduría y que comunicó algunas de las enseñanzas en una épocaremotísima.La razón y verdaderamente, la justificación del punto de vista de los mitólogoscomparativos, es patente. Encuentran en todas direcciones formas inferiores decreencias religiosas existentes en tribus salvajes, formas que se ven acompañadas de lafalta general de civilización. Considerando al hombre civilizado como evolucionado delsalvaje, ¿qué cosa más natural que atribuir la religión civilizada a una evolución de la no civilizada? Esta es la primera idea evidente. Sólo un estudio ulterior más profundo puede demostrar que los salvajes de hoy no son el tipo de nuestros antecesores, sino ladescendencia degenerada de grandes troncos civilizados de antaño, y que el hombre ensu infancia no fue abandonado para que creciera sin educación, sino que fue criado yenseñado por sus hermanos mayores, que fueron sus primeros guías, así en lo que serefiere a la religión, como a la civilización en general. Esta opinión se halla sustanciada por hechos como los que Lang aduce, dando margen a la cuestión: ¿Quiénes eran esoshermanos mayores de quienes habla la tradición en todas partes? Avanzando más ennuestra investigación, tropezamos luego con esta otra cuestión: ¿A qué gentes se dieronlas religiones? Y aquí nos encontramos desde luego con la dificultad con que ha tenidoque tropezar todo fundador de una religión, dificultad que se refiere al objeto primariode la religión misma, el apresuramiento de la evolución humana, con su corolario deque todos los grados de la humanidad en evolución debían tenerse en cuenta por él. Loshombres se hallan en todos los grados desarrollados; hay hombres de inteligenciaelevada, pero también los hay de una mentalidad de las menos desarrolladas; en un sitioencuéntrase una civilización compleja y altamente evolucionada, en otro unaconstitución sencilla y ruda. Aun en medio de una misma civilización, se ven los tiposmás variados, los más ignorantes y los más educados, los más pensadores y los mássuperficiales, los más espirituales y los más abyectos, y, sin embargo, a cada uno deestos tipos hay que llegar, y cada uno tiene que ser auxiliado tal como es. Si laevolución es una verdad, esta dificultad es inevitable, y el Instructor divino tiene quehacerle frente y resolverla, porque de lo contrario su obra resultaría un fracaso. Si elhombre evoluciona cómo evoluciona todo lo que le rodea, estas diferencias dedesarrollo, estos diversos grados de inteligencia, tienen que ser una característica de lahumanidad en todas partes, y cada religión del mundo debe atender a ella.De este modo nos encontramos con una situación tal, que no puede haber una sola ymisma enseñanza religiosa ni aún para una misma nación, y, por tanto, menos aún parauna civilización ni para el mundo todo. Si no hubiese más que una enseñanza, un grannúmero de aquellos a quienes se dirige escaparían a su influencia. Si se hace a propósito para los de inteligencia limitada, de moralidad elemental, de percepción obtusa, a fin deauxiliarles y educarles de suerte que pueda evolucionar, se dará una religión por completo inservible: para aquellos hombres que, viviendo en la misma nación yformando parte de la misma sociedad, tengan percepciones morales finas y delicadas, una inteligencia brillante y sutil y una espiritualidad desarrollada. Pero si, por elcontrario, esta última clase es la que ha de ser ayudada, si se da a la inteligencia unafilosofía que pueda considerar admirable, si las percepciones morales delicadas han derefinarse más, si los albores de la naturaleza espiritual han de llegar a la plenitud del día perfecto, entonces la religión será tan espiritual, tan intelectual y moral, que al ser predicada a la otra clase, no hará mella alguna ni en sus mentes ni en sus corazones; será para ellos una serie de frases sin sentido, incapaces de despertar sus inteligenciasembrionarias, ni de darles motivo alguno para una conducta que les ayude a desarrollar una moralidad más pura.Considerando, pues, estos hechos respecto de la religión, teniendo en cuenta su objeto,sus medios, su origen, la naturaleza y diversidad de necesidades de las gentes a quienesse dirige, reconociendo la evolución de las facultades espirituales, intelectuales ymorales del hombre, y la necesidad de que cada cual sea educado con arreglo al estadode evolución que ha alcanzado, tenemos como consecuencia inevitable, queforzosamente se requiere una enseñanza religiosa, diversa y graduada que responda a lasdiferentes exigencias y auxilie a cada hombre conforme a su estado anímico.Hay todavía otra razón para que la enseñanza esotérica sea necesaria respecto a ciertaclase de verdades. Es un hecho evidentísimo, en lo que se refiere a esta clase, que "saber es poder." La pública promulgación de una filosofía profundamente intelectual,suficiente para educar inteligencias altamente desarrolladas, y para atraer las menteselevadas, no puede perjudicar a ninguno. Puede predicarse sin vacilación, pues no atraeal ignorante, el cual se aparta de ella considerándola seca, dura y sin interés. Pero hayenseñanzas que tratan de la constitución de la naturaleza, que explican leyes recónditasy arrojan luz en procesos ocultos, cuyo conocimiento implica dominio sobre energíasnaturales, a quienes se puede dirigir a ciertos fines, como lo hace el químico con el producto de los elementos con que trabaja. Semejante conocimiento puede ser muy útila los hombres de gran desarrollo, aumentando su capacidad para servicio de la especiehumana. Pero si este conocimiento se hiciese público, podría ser y sería mal empleado,como lo fue el conocimiento de venenos sutiles en la Edad Media por los Borgias yotros. Pasaría a manos de gente de inteligencia poderosa, pero de deseos no refrenados,hombres impelidos por instintos de separatividad, que buscan el beneficio de sus yoseparados, ya quienes nada importa el bien común. Estos serían atraídos por el deseo deobtener poderes que los elevasen por encima del nivel general, poniendo a merced suyaa la humanidad ordinaria, y se lanzarían a adquirir los conocimientos que colocan a sus poseedores en una jerarquía sobrehumana. Con su posesión se harían aún más egoístas,afirmándose en sus sentimientos de separación; su orgullo sería alimentado, y suinclinación al apartamiento se pronunciaría más; y de este modo serían inevitablementeimpelidos en la senda diabólica, el Sendero de la Izquierda, cuya meta es el aislamientoy no la unión. Y no sólo se perjudicarían ellos en su naturaleza interna, sino que seconvertirían en una amenaza para la Sociedad, que ya sufre bastante por obra de los quetienen más desarrollada la inteligencia que la moral. De aquí arranca la necesidad deconservar ciertas enseñanzas ocultas para aquellos que moralmente no están aún endisposición de recibirlas, y esta necesidad se impone a los Instructores que puedencomunicar semejantes conocimientos.Ellos desean darlos a los que están dispuestos a emplear los poderes que confieren, en pro del bien general, para apresurar la evolución humana, pero se retraen decomunicarlos a quienes los habrían de aplicar en su propio engrandecimiento y a costade los demás.Y no se trata de una simple teoría, según los Anales Ocultos que dan los detallesaludidos en el Génesis VI y sig. Estos conocimientos eran dados en aquellos remotos tiempos y en el Continente de los Atlantes, sin ninguna condición rigurosa respecto dela elevación moral, pureza y desinterés de los candidatos. Los calificadosintelectualmente para ello eran enseñados, lo mismo que se enseña la ciencia ordinariaen los tiempos modernos. La publicidad, tan imperiosamente exigida hoy, se concedióentonces, dando por resultado que los hombres se convirtieran en gigantes delconocimiento, pero también en gigantes de la maldad, hasta que la tierra gimió bajo susopresores, y el grito de la humanidad pisoteada vibró a través de los mundos. Entoncesvino la destrucción de los Atlantes, la sumersión de aquel vasto continente bajo lasaguas del Océano, algunos de cuyos particulares consignan las Escrituras hebreas en elrelato del diluvio de Noé, y las Escrituras indas del lejano Oriente en el relato deVaivasvata Manu.Experimentado el peligro de permitir que seres impuros se apoderasen del conocimientoque es poder, los grandes Instructores impusieron condiciones rigurosas en lo querespecta a la pureza, desinterés y dominio propio a todos los candidatos a talesenseñanzas. Ellos rehúsan claramente comunicar conocimientos de esta naturaleza aninguno que no consienta en someterse a una rígida disciplina, encaminada a suprimir toda separación de sentimientos e intereses. Ellos miden la fuerza moral del candidatoaún más que su desarrollo intelectual, pues la enseñanza misma desarrolla lainteligencia al paso que refrena la naturaleza moral. Es preferible que los Grandes Seressean atacados por los ignorantes a causa de su supuesto egoísmo en reservar conocimientos, a que precipiten al mundo en una nueva catástrofe como la atlante.Tales son las razones que justifican la necesidad de un aspecto oculto en todas lasreligiones. Cuando de la teoría se pasa a los hechos, ocurre naturalmente preguntar: ¿Haexistido este aspecto Oculto en el pasado, formando parte de las religiones del mundo?La contestación debe darse inmediatamente y sin vacilar en sentido afirmativo; todagran religión ha tenido una doctrina secreta, declarándose el depósito del conocimientomístico teórico y del conocimiento místico práctico u oculto. La explicación mística dela enseñanza popular era pública, y se presentaba en alegrías, dando un significadoaceptable a las toscas narraciones ya las pueriles y poco racionales historias. Tras delmisticismo teórico, como igualmente tras del misticismo popular, existía el misticismo práctico; una enseñanza espiritual oculta, la cual se comunicaba solamente bajocondiciones definidas, condiciones conocidas y públicas, que cada candidato tenía quecumplir. San Clemente de Alejandría menciona esta división de los Misterios. "Despuésde la purificación –dice-, vienen los Misterios Menores, en los cuales hay algúnfundamento de instrucción y de preparación que sirven de preliminar para lo que ha devenir después: los Grandes Misterios, en los cuales nada se deja de enseñar acerca deluniverso, quedando sólo el contemplar y comprender la naturaleza de las cosas" (4) .Imposible es disputar esta actitud a las antiguas religiones. Los Misterios de Egiptofueron la gloria de aquel país, adonde se dirigían los hijos más esclarecidos de Grecia,tales como Platón, para ser iniciados en Sais y en Tebas por los Maestros de Sabiduría.Los Misterios de Mithra en Persia, los Misterios de Orfeo y de Baco, los MisteriosMenores de Eleusis, y los de Samotracia, de Escitia, y de Caldea, son conocidos y aunfamiliares, al menos en el nombre. El valor de los Misterios Eleusinos, a pesar de suextrema atenuación, fue grandemente alabado por los hombres más eminentes deGrecia, tales como Píndaro, Sófocles, Isócrates, Plutarco y Platón.Se les consideraba especialmente útiles con relación a la existencia post mortem, porqueel iniciado aprendía lo que aseguraba su dicha futura. Sopater alegaba además, que lainiciación establecía un parentesco entre el alma y la Naturaleza divina; y en el himnoesotérico a Demetrio se hacen encubiertas referencias al santo niño Jacco y a su muertey resurrección, según se las consideraba en los Misterios (5).De Jámblico, el gran teúrgico de los siglos III y IV de nuestra Era, puede aprendersemucho acerca del objeto de los Misterios. La teurgia era magia, "la última parte de laciencia sacerdotal" (6), y se practicaba en los Grandes Misterios para evocar laaparición de seres superiores. La teoría en que se fundaban estos Misterios, puedeexponerse en breves palabras. Existe UNO, anterior a todos los seres, inmutable, quemora en la soledad de su propia unidad. De AQUELLO arranca el Dios Supremo, elEngendrado por Si Mismo, el Bien, el Origen de todas las cosas, la Raíz, el Dios deDioses, la Causa Primera que se desenvuelve en luz (7). De El surge el MundoInteligente o universo ideal, a que pertenece la Mente Universal, el Nous, y los Diosesincorpóreos e intelectuales.De El procede el Alma del Mundo, a la cual corresponden las “formas divinasintelectuales que están presentes en los cuerpos visibles de los Dioses" (8) . Luegosiguen varias jerarquías de seres sobrehumanos: Arcángeles, Archones (Gobernantes) oCosmocratores, Ángeles, Demonios, etc. El hombre es un ser de un orden inferior, cuyanaturaleza está relacionada con aquellos, a los cuales es capaz de conocer; esteconocimiento se adquiría en los Misterios y conducía a la unión con Dios (9).Estas doctrinas se explicaban así en los Misterios: "la emanación de todas las cosas delUno, su vuelta hacia el Mismo, y la completa dominación de El" (10) .Además, aquellos Seres eran evocados y aparecían algunas veces para enseñar, otras para elevar y purificar con Su mera presencia. "Los Dioses -dice Jámblico-, benévolos y propicios, comunican su luz a los teúrgicos con profusión no envidiada, atrayendo susalmas, procurando unirlos a sí y acostumbrándoles, aun viviendo en el cuerpo, asepararse de él y a dirigirse hacia su eterno principio inteligente" (11). Porque "teniendoel alma una vida doble, la una en unión con el cuerpo y la otra separada de él" (12) ,desde todo punto necesario conocer el modo de separarla, a fin de que así pueda unirse conlos Dioses por medio de su parte intelectual y divina, y aprender los genuinos principiosdel conocimiento y las verdades del mundo de la inteligencia (13) . "La presencia de losDioses nos comunica, realmente, la salud del cuerpo, la virtud del alma, la pureza de lainteligencia y, en una palabra, eleva todo nuestro ser a su naturaleza propia. Exhibe loque no es cuerpo como cuerpo a los ojos del alma, por medio de los del cuerpo" (14) .Cuando aparecen los Dioses el alma obtiene "la libertad de las pasiones, una perfeccióntrascendental, y una energía más excelente en todos conceptos, participando del amor divino y de una alegría inmensa" (15) .De este modo alcanzamos una vida divina y nos hacemos divinos en realidad (16) .El punto culminante de los Misterios era la conversión del Iniciado en un Dios, ya fuese por la unión con un Ser divino fuera de él, ya por la realización del Yo divino en él.Esto se llamaba éxtasis, estado al cual el Yogi llamaría Samadhi elevado, para lo cual hade hallarse el cuerpo grosero en estado de trance, efectuando entonces el alma libertadasu unión con el Gran Ser. El "éxtasis no es una facultad, sino un estado del alma, en el cual se transforma de tal modo, que percibe lo que antes estaba oculto para ella. Talestado no será permanente hasta que nuestra unión con Dios sea irrevocable; aquí, en lavida terrestre, el éxtasis no es más que un relámpago... el hombre puede dejar de ser hombre y convertirse en Dios; pero no puede ser Dios y hombre al mismo tiempo" (17).Plotino declara que había alcanzado este estado, "pero sólo tres veces por entonces."Proclo enseñaba también que la única salvación del alma era volver a su formaintelectual, con lo que escapa del "círculo de generación y del mucho vagar", y alcanzael verdadero Ser: "la energía simple y uniforme del período de identidad, en vez del período de excesivo y vago movimiento que se caracteriza por la diferencia." Esta es lavida que buscaban los iniciados por Orfeo en los Misterios de Baco y Proserpina, y éstees el resultado de la práctica de las virtudes purificadoras o catárticas (18
Tales virtudes eran necesarias pata los Misterios Mayores, porque se referían a la purificación del cuerpo sutil, en el que actuaba el alma cuando se hallaba fuera delcuerpo grosero.Las virtudes políticas o prácticas pertenecían a la vida ordinaria del hombre, y hastacierto punto se exigían antes que pudiera ser candidato para una Escuela como la que seha descrito. Luego venían las virtudes catárticas, por cuyo medio el cuerpo sutil, el delas emociones y de la mente inferior, era purificado; en tercer lugar, lo intelectual, perteneciente al Augoeides, o la forma de luz del intelecto; después lo contemplativo o paradigmático, por medio de lo cual se realizaba la unión con Dios. Porfirio escribe:“Aquel que actúa con arreglo a las virtudes prácticas, es un hombre digno; pero aquelque actúa con arreglo a las virtudes purificadoras, es un hombre angélico o también un buen demonio. Aquel que actúa con arreglo a las virtudes intelectuales tan sólo, es unDios; pero aquel que actúa con arreglo a las virtudes paradigmáticas, es el Padre de losDioses" (19).Dábase también mucha instrucción en los Misterios por medio de las jerarquías dearcángeles y otras; y de Pitágoras, el gran maestro, que fue iniciado en la India, y quedio el "conocimiento de las cosas que son" a sus discípulos juramentados, se dice que poseía tal conocimiento de la música, que la podía emplear para el dominio de las pasiones más salvajes del hombre y para el esclarecimiento de sus mentes. De esto presenta Jámblico ejemplos en su Vida de Pitágoras. Parece probable que el título deTheodidaktos dado a Amonio Saccas, el maestro de Plotino, se refería menos a lasublimidad de sus enseñanzas que a la instrucción divina que recibió en los Misterios.Algunos de los símbolos que se usaban son explicados por Jámblico (20), el cualrecomienda a Porfirio que aparte de su pensamiento la imagen de la cosa simbolizada y procure alcanzar su significado intelectual. Así, "cieno" significaba todo lo que eracorporal y material; el "Dios sentado sobre el loto" significaba que Dios trascendía elcieno y el intelecto simbolizado por el loto, y estando sentado, se hallaba establecido enSi Mismo. Si se le presentaba "navegando en un barco", implicaba Su gobierno sobre elmundo, y así sucesivamente (21) . Respecto de este uso de símbolos Proclo observa que"el método de Orfeo tenía por objeto revelar cosas divinas por medio de símbolos,método común a todos los escritores de cosas divinas" (22)La Escuela pitagórica en la Gran Grecia, fue cerrada hacia el final del siglo VI antes deCristo, debido a la persecución del poder civil, pero existían otras comunidades queconservaban la tradición sagrada (23). Mead declara que Platón la acomodó a lainteligencia, a fin de ponerla a cubierto de una profanación mayor, y que los ritoseleusinos conservaron algunas de sus formas, aunque habían perdido su sustancia."Los neo-platónicos fueron los herederos de Pitágoras y de Platón, y sus obras deben ser estudiadas por todos los que quieran comprender algo de la grandeza y hermosuraguardada en los Misterios para el mundo.La misma Escuela pitagórica puede servir como tipo de la disciplina que se imponía.Sobre este punto, Mead, da muchos pormenores interesantes (24), y observa que: "Losautores de la antigüedad están de acuerdo en que esta disciplina había logrado producir los más altos ejemplares, no sólo de castidad y purísimos sentimientos, sino también deuna sencillez de maneras, de una delicadeza y de una afición a propósitos serios quenadie ha igualado jamás. Esto es admitido hasta por los escritores cristianos." Losdiscípulos de la escuela externa hacían vida común de familia, y a ellos se refiere la citaanterior.En la escuela interna había tres grados: el primero, de oyentes, que estudiaban durantedos años en silencio, haciendo cuanto podían para profundizar la enseñanza; el segundo,de matemáticos, que aprendían geometría y música, y la naturaleza del número, de laforma, del color y del sonido; el tercer grado era de físicos, a quienes se enseñaba lacosmogonía y la metafísica. De aquí se pasaba a los verdaderos Misterios.Los que aspiraban a ingresar en la escuela, debían tener "reputación intachable y ánimocontento."La gran identidad entre los métodos y los objetivos perseguidos en estos diversosMisterios y los de Yoga en la India, es cosa patente, para el observador más superficial. No debe suponerse por esto que las naciones de la antigüedad obtuviesen susconocimientos de la India; todas los adquirían por igual de la fuente única, la GranLogia del Asia Central, la cual enviaba sus Iniciados a las diferentes naciones. Todosellos enseñaban la misma doctrina, y seguían sistemas idénticos, conducentes a losmismos fines. Pero existían frecuentes comunicaciones entre los iniciados de losdiversos países, y un lenguaje y un simbolismo comunes. Así Pitágoras vivió entre losindos, recibiendo una elevada cultura; y más tarde siguió sus pasos Apolonio de Tiana.También fueron completamente indas, así en la forma como en el fondo, las últimas palabras de Plotino: "Ahora procuro retrotraer mi Yo interno al Yo Todo" (25).Entre los indos se mantenía con todo rigor el deber de enseñar el conocimiento supremoso a los dignos. "El misterio más profundo del fin del conocimiento... no escomunicable sino a un hijo o a un discípulo, cuya mente esté tranquila" (26). También,después de un bosquejo del Yoga, leemos: "¡Levantaos! ¡Despertad! ¡Habiendoencontrado a los Grandes, oíd! Es tan difícil andar por la senda como por el cortante filode una navaja. Así dicen los sabios" (27). El instructor es necesario, porque la solaenseñanza escrita no basta. El "fin del conocimiento" es conocer a Dios -no es sólo creer en El, sino convertirse en uno con El-, no es sólo adorarlo desde lejos. El hombre debecomprender la realidad de la Existencia divina, y después conocer -no ya creer vagamente y esperar-, que su propio Yo más íntimo es uno con Dios, y que el objeto dela vida es realizar esta unidad.La religión debe guiar al hombre a esa realización; de lo contrario, valdría tanto "comohacer sonar bronces o címbalos" (28).Así también se aseguraba que el hombre debía aprender a abandonar el cuerpo grosero:"Separe el hombre su alma de su propio cuerpo con firmeza, como un tallo de hierba desu vaina" (29). ¡Y se escribió!: "En la áurea y más elevada envoltura mora elinmaculado e inmutable Brahman; Él es la radiante y blanca Luz de luces, conocida delos que conocen el Yo" (30) . "Cuando el vidente mira al Creador de color de oro, alSeñor, al Espíritu, cuya matriz es Brahman, entonces, habiendo desechado el mérito y eldemérito, alcanza, inmaculado y sabio, la unión más alta" (31).Tampoco los hebreos carecían de conocimientos secretos y de Escuelas de Iniciación.La reunión de profetas en Najoth, presidida por Samuel (32) , constituía una Escuela deéstas, y la enseñanza oral era transmitida entre ellos. Escuelas semejantes existían enBethel y Jericó (33) ; y en la Concordance de Cruden (34) hay la interesante notasiguiente: "Las Escuelas o Colegios de los profetas son las primeras (escuelas) de que senos da noticia en la Escritura; donde los hijos de los profetas, esto es, sus discípulos,llevaban una vida retirada y austera, de estudio y meditación, instruyéndose en la ley deDios. . . A estas Escuelas o Sociedades de los profetas sucedieron las Sinagogas." LaKabbala, que contiene la enseñanza semipública, es, tal cual hoy se conoce, unacompilación moderna, siendo parte de ella obra del Rabbi Moisés de León, que murióen 1305 de la Era Cristiana. Consta de cinco libros: Bahir, Zohar, SepherSephiroth,SepherYetzirah y AschMetzareth; y se asegura que habían sido transmitidos oralmentede tiempos muy antiguos -según se considera la antigüedad históricamente. El doctor Wynn Westcott dice que la "tradición hebrea asigna a las partes más antiguas del Zoharuna fecha anterior a la construcción del segundo Templo" ; y se dice que el RabbiSimeón ben Jochai escribió algo de él en el primer siglo de nuestra Era. El SepherYetzirah es mencionado por SaadjahGaon, que murió el año 940, como "muy antiguo"(35). Algunas porciones de la antigua enseñanza oral han sido incorporadas a laKabbala tal como es ahora, pero la verdadera sabiduría arcaica de los hebreos permanece bajo la custodia de unos pocos de los verdaderos hijos de Israel.Breve como es este bosquejo, es suficiente para demostrar la existencia de un aspectooculto de las religiones del mundo, sin contar el Cristianismo; y ahora podemosexaminar la cuestión de si el Cristianismo era o no una excepción de esta reglauniversal.
Notas del capítulo 1
(1) Salmos XLI-II.(2) I Cor. XV, 28.(3) Entre los salvajes actuales, el médico o curandero es la personalidad prominente; alas funciones propias de este cargo reúne las de adivino y sacerdote de la tribu. Poseeartes mágicas y se hipnotiza a si mismo, girando rápidamente sobre los pies, hasta quecae al suelo desplomado. Así queda en condiciones de ejercer la adivinación. A estosindividuos alude el texto, pues suponen los mitólogos que existían igualmente en lostiempos primitivos. - N. del T.(4) Biblioteca Ante-Nicena, vol. XII. Clemente de Alejandría, Stromata, lib. V, capítuloXI.(5) Véase el artículo sobre "Los Misterios", Encicl. Británica; novena edición.(6) Psello, citado en Jámblico sobre los misterios. T. Taylor, pág. 343, nota de la pág.25, segunda edición.(7) Jámblico, como ante, pág. 301.(8) Ibid, pág 72.(9) El artículo sobre "Misticismo" de la Enciclopedia Británica, contiene lo siguientesobre la enseñanza de Plotino (204-206 de la Era cristiana). "El Uno (el Dios Supremoantes mencionado) se eleva por encima del nous y de las “ideas”; trasciende por completo la existencia y no es asequible a la razón. Permanece en reposo y lanza, por decirlo así, rayos de su propia plenitud, una imagen de sí mismo, que es llamada nous,que constituye el sistema de ideas del mundo intelectual. El alma es a su vez la imageno producto del nous, y el alma con su movimiento engendra materia corporal. El alma,de esta suerte, hace frente a dos direcciones: al nous, del cual nace, y a la vida material,que es su propia producción. El empeño ético consiste en repudiar lo sensible; laexistencia material misma es separación de Dios. . . Para alcanzar la meta última hayque dejar atrás al pensamiento mismo, pues el pensamiento es una forma demovimiento, y el deseo del alma es el reposo propio del Uno. La unión con la divinidadtrascendente no depende tanto del conocimiento o visión como del éxtasis, unión,contacto."El neoplatonismo es, pues, "en primer término, un sistema de completo racionalismo; se presupone, en otras palabras, que la razón es capaz de tratar todo el sistema de las cosas.Pero desde el momento en que se afirma que Dios está por encima de la razón, elmisticismo se convierte. en cierto sentido, en el complemento necesario delracionalismo que pretende abarcarlo todo. Este sistema alcanza su apogeo en un actomístico."(10) Jámblico según Ante, pág. 73.(11) Ibid, págs. 55 y 56.(12) Ibid, págs. 118 y 119.(13) Ibid, págs. 118 y 119.(14) Ibid, págs. 96 y 100.(15) Ibid, pág. 101.(16) Ibid, pág. 330.(17) G. R. S. Mead, Plotino, pág. 42.(18) Jámblico, pág. 304, nota de la pág. 134.(19) G. R. S. Mead. Orpheus, págs. 285 y 286.(20) Jámblico, pág. 364, nota de la pág. 134.(21) Ibid, pág. 285 y siguientes.(22) G. R. S. Mead, Orpheus, pág. 59.(23) Ibid, pág. 50.(24) G. R. S. Mead, Orpheus, págs. 263. 271.(25) G. R. S. Mead. Plotinus, pág. 20.(26) Shvetaishvatarapanishat, VI. 22.(27) Kathopanishat, III, 14.(28) I Cor., XIII, I.(29) Kathopanishat, VI. 17.(30) Mundakopanishat, II. II, 9.(31) Mundakopanishat, III, I, 3.(32) I Sam., XIX, 20.(33) II Reyes, II, 2, 5.(34) Epígrafe “School”(35) Dr. Wynn Westcott, SepherYetzirah, pág. 9.